HABLEMOS DE AUTOFOTOS
De autofotos. Que no de selfies. Me declaro supermegahiperfan de las autofotos; de los selfies también, pero menos.
A estas alturas probablemente todos sabréis lo que es un selfie, pero ¿crees que el selfie nació así, de la noche a la mañana? ¡Pues no!
El selfie que conoces, tan de moda, tan fácil de hacer con la pantalla vuelta para ti, con la cámara delantera del teléfono o con el «palo selfie» tiene sus orígenes en técnicas fotográficas mucho más complejas. Algun@s hace años que ya nos hacíamos autofotos, y no autofotos cualquiera.
De mi señor padre, entre otras muchas cosas, heredé la afición por la fotografía, un arte que además de técnica y creatividad, requiere de millones de capturas, fallos y experimentos. Así que desde hace años trato de ir acompañado siempre que puedo de una cámara de fotos (compacta, réflex analógica o digital, desde hace poco una instantánea… ¡la que sea!).
Entre muchos de esos intentos, varios han sido, como supongo que también habrás hecho, autofotografiarme enfocándome ante el espejo. Primera variedad de autofoto en la que, a medida que el artista estime conveniente, puede aumentarse la creatividad de la captura, buscando distintos ángulos, iluminaciones o reflejos en cualquier lugar.
Yo creo que ese probablemente sea el embrión de los actuales selfies ante el espejo del baño o del ascensor. Es la técnica de ensalzamiento del ego, con alto componente choni/cani que a veces pierde definición debido al inadecuado uso del flash. De todos modos, no todos los selfies ante el espejo son así, lo reconozco. Y hay un par de ejemplos en el mundo de la moda que pueden demostrar que los selfies ante el espejo pueden ser de gran utilidad:
Ejemplo 1: Porque ahora no necesitas ir de compra con tus amigas. Basta con meterte al probador, móvil y perchas en mano para, a través de Whatsapp, tener opinión en tiempo real de cómo te quedan todas y cada una de las prendas que has elegido.
Ejemplo 2: no sabes que ponerte, abres Instagram/Twitter, y basta con realizar una búsqueda tal que #ootd (outfit of the day) para que te aparezca la famosa, blogger o víctim fashion de turno frente al espejo de su habitación/baño/ascensor/portal mostrando su modelito del día y convirtiéndose en segundos en la inspiración que necesitabas.
Así que ya ves. No todos los selfies son tan malos 😛
Y desde aquí, desde mi pequeño rincón de pensar, escribir y compartir, quiero reivindicar el valor y la importancia de la autofoto primitiva. Y ya no sólo de la autofoto individual, si no de la autofoto con gente, la autofoto grupal. ¡Eso si es todo un arte!
Os aseguro que lo es, porque me ha llevado tiempo acostumbrarme a los distintos angulares de las cámaras que he ido utilizando. Porque aquí alargar el brazo buscando el ángulo correcto se hace más complejo, y porque tiene la dificultad añadida de no ver en la pantallita si has cortado una oreja, un flequillo o una cara entera.
Hacerte una autofoto con alguien de la manera tradicional requiere una técnica depurada. Precisa brazos largos y fuertes, por una parte para llegar bien lejos con la cámara abriendo el encuadre y sin que se te caiga, y por otro para abrazar hacia ti al resto de persona/s que va/van a ser fotografiada/s. (El truco de pegar las caras mejilla con mejilla es válido tanto para la autofoto grupal como para los actuales selfies colectivos). Además, y como en cualquier otra fotografía al uso, precisa de bonitas sonrisas frente al objetivo, ojos resistentes al flash, y la coordinación para estar preparados mediante la mágica palabra «patata» o en su defecto «luiiiiiissss».
Aquí algunos ejemplos:
Como podéis apreciar, tras algo de práctica, y unas cuantas noches de celebraciones varias :D, se convierte en un gesto bastante fácil de realizar. Lo más difícil, de verdad, es encontrar, tener y mantener cerca a las personas especiales que hacen de la instantánea algo único e irrepetible.
Pero aun así, y a pesar de llevar avanzado un buen cacho de este post, para mi, la verdadera importancia de este tipo de selfies, autofotos, o como quieras llamarlos, va mucho más allá.
Y es que pasa como cualquier fotografía; que es la forma perfecta de capturar y congelar para siempre un instante, y repito, para siempre. Se vuelve más especial porque lo haces junto a alguien, muy de cerca, y sin darte cuenta quedan impregnados sobre la película (viva la fotografía analógica y en su defecto las copias de las digitales en papel) un millón de sentimientos, de olores, sabores y recuerdos, que renacerán de un interior cada vez que te pares a disfrutar de ella.
Por eso te pedí a principio de año un selfie, y por eso no quiero que acabe 2015 sin que nos lo hayamos tomado, porque eso significará que hemos compartido un instante inolvidable junto@s.
Y por todo eso reivindico la autofoto, porque cada vez que echo la mirada atrás, y me regalo el tiempo de disfrutar las que voy rescatando de cámaras, álbumes y discos duros, me doy cuenta de cuántos momentos especiales me ha regalado la vida, y sobre de lo especiales que son las maravillosas personas que las comparten conmigo.
Ala, y para acabar, como muestras, botones.
Y por supuesto, por muchos más momentos contigo. Por los que hemos tenido y olvidé o no pude poner aquí porque no encontré. Por los que nos quedan por crear. Por los que nos quedan por vivir. Por los que nos quedan por recordar.